Soy Patricia Lorenzo Paniagua. Dominicana orgullosa y luchadora por una mejor nación. No tengo afiliación política, ni historia de participación partidaria y con una trayectoria de empresaria privada exitosa. Soy Ingeniera de Sistemas Magna Cum Laude, egresada de INTEC, con décadas de experiencia en el área de telecomunicaciones. Dicha formación y conocimiento en el campo informático, combinada con la experiencia gerencial fruto de la trayectoria a la cabeza de una empresa de tecnología, de la que soy fundadora, me han preparado para asumir este reto. Me han dado las herramientas necesarias para hacer las preguntas correctas para identificar en qué pueden mejorar nuestros procesos. Mi experiencia ha sido en el sector privado, pero no he estado ajena de presenciar los cambios sociales que nos han traído inevitablemente a coyunturas esperanzadoras de fortalecimiento institucional y crecimiento de nuestro país. He visto como la mujer ha pasado de ser espectadora a ser parte minoritaria, y de ser parte minoritaria, a tener un papel cada vez más preponderante en los estamentos sociales dominicanos. Siempre soñé con una sociedad dominicana honesta, de institucionalidad incuestionable, pero también una sociedad dominicana donde la mujer y el hombre construyan hombro a hombro el país que merecemos.

Esta carta materializa mi intención de ser parte de ese sueño, que no es solo mío, sino de todos. Y este despertar ciudadano tampoco es solo mío, es la manifestación de la intención de un pueblo que desea participar. Quiero aportar mi grano de arena al crecimiento de la democracia de nuestra República, y deseo hacerlo desde donde mis capacidades, fortalezas y experiencia puedan ser de mejor servicio a mi patria. Por esto reconozco la altura del compromiso que asumo, y reitero mi entera disposición a servir, destacando que lo que más quisiera si se materializa mi selección, sería inspirar a más ciudadanas y ciudadanos preocupados por el porvenir de nuestra nación, a levantarse y formar parte, a ser más que espectadores, a pensar más en lo que podemos hacer por la patria, que en lo que nuestra patria puede hacer por nosotros.

Soy parte orgullosa de una familia que por generaciones ha demostrado un compromiso patriótico intachable. Mi abuela materna Teide Guerrero (en paz descanse), escondía revolucionarios en su casa con el riesgo que eso conllevaba. Mi tío Manolo Lorenzo dio su vida por la democracia en Estero Hondo. Mi madre Josefina Paniagua perteneció al movimiento 14 de junio, y visitando a su hermano quien estaba preso por actividades antitrujillistas conoció a mi padre José Lorenzo quien era su compañero de celda mientras este también estaba en la cárcel luego de haber sido torturado por la dictadura. De ahí que el compromiso con nuestra nación fue siempre un compromiso con algo más grande que nosotros mismos, este sentimiento patriótico siempre fue el pan de cada día en nuestro hogar. Mis padres siempre fueron personas de carácter fuerte, de valores innegociables y opiniones marcadas que nunca temieron compartir.

Es lamentable que la sangre y el esfuerzo de aquellos héroes no ha dado como resultado el país que soñaron, pues la política en aquel entonces, muchas veces se asociaba con la deshonestidad. Todavía en muchas áreas de nuestro país la forma de hacer política que predomina disuade a potenciales líderes del sector privado de participar en los procesos políticos. Gran parte de mi generación renunció a participar justificándose en la desesperanza y el derrotismo con la consigna “las cosas no van a cambiar”, o de “elegir el mal menor”. Esta realidad catalizó una autocrítica profunda que me hizo cambiar mi postura, a decidir no criticar sin atreverme a participar, ni a exigir sin estar dispuesta a dar, y a resignarme y sustraerme decepcionada a la vida privada cuando veía como mi República Dominicana no estaba a la altura de personas como mi madre y abuela quienes dedicaron gran parte de su vida a ella. Entendí, que si las cosas van a mejorar, solo sería a través del empoderamiento de nosotros, los ciudadanos, que nos duele ver como nuestra sociedad carece de fe institucional y de confianza en nuestros servidores y servidoras públicas, en todos los estamentos de la política nacional. Si bien es cierto que vamos experimentando un avance, todavía permanecen pendientes muchos retos para mejorar la institucionalidad y transparencia, como es el caso de los comicios. Como dominicana me llena de orgullo la oportunidad de servir con el más alto interés de fortalecer nuestra democracia.

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